El día de hoy regresa el presidente López Obrador a México, después de la apresurada visita de poco más de 36 horas a Washington. Salió muy orondo el presidente mexicano al declarar a medios “no nos peleamos, aunque muchos querían”. Sin embargo, en su discurso en el Jardín de las Rosas en la Casa Blanca, López Obrador ofreció a su anfitrión una serie de elogios que se sustentan en la desmemoria o el olvido de nuestro mandatario.
Otro olvido de nuestro presidente consiste en afirmar que “no intentó imponernos nada ni tratarnos como colonia”. Les pregunto a ustedes, ¿y por qué la Guardia Nacional dedica el 64 por ciento de sus elementos y recursos a resguardar las fronteras y detener a migrantes centroamericanos? Parece que AMLO olvida la amenaza de los aranceles, cuando demandó que se detuvieran en México a los migrantes o impondría sanciones comerciales cuando el nuevo T-MEC ya había sido negociado y firmado por Peña Nieto –cuyo gobierno lo negoció– y por Trump.
Cómo olvidar a la señora Sánchez Cordero afirmando que había visas temporales y de trabajo y una serie de descalabros de un gobierno extraviado. ¿Y luego?, ¿qué pasó? Súbitamente cambiaron la política, cerraron las puertas, renunció el muy aperturista director del Instituto Mexicano de Migración, y el súper secretario Marcelo Ebrard tuvo que asumir esa tarea que Gobernación no pudo. ¿Por qué la cancillería?
La razón es simple, porque la demanda venía del exterior. Era el Departamento de Estado, la Casa Blanca, la Oficina Comercial del Presidente quienes advertían que, o se tomaban medidas, o se aplicarían dolorosas sanciones.
Cerraron las puertas de las fronteras con Guatemala y Belice, con 27 mil elementos de la recién creada Guardia Nacional, para cumplir la imposición de Trump.
Se olvida Andrés de estas imposiciones, de las respuestas ásperas y ofensivas cada vez que encuentran un túnel, o que un mexicano –muy pocas veces– se ve involucrado en una investigación policíaca en Estados Unidos.
Muchos sapos hay que tragar para sostener una relación medianamente civilizada con el orate del norte, pero de ahí a mentir, a propinarle elogios y agradecimientos, resulta ofensivo, lamentable, hasta servil. (Leonardo Kourchenko, El Financiero, Opinión, p. 27)
Con un presidente como López Obrador, Trump –en las antípodas de George Washington, pues toda su vida se ha aprovechado de los que muestran debilidad–, está feliz.
Le dijo AMLO: “pero lo que más aprecio es que usted nunca ha buscado imponernos nada que viole o vulnere nuestra soberanía”. Trump nos amenazó con imponernos aranceles y quebrar nuestra economía si no frenábamos el cruce de migrantes hacia su país.
Y AMLO desplegó a 26 mil miembros del Ejército y de la Guardia Nacional a corretear centroamericanos en el sur, y a mexicanos en el norte. De acuerdo con hacer valer nuestras leyes en la frontera sur.
Lamentable el hacinamiento de centroamericanos en centros de reclusión en Chiapas, pero son nuestras leyes. Frenar con las Fuerzas Armadas a los mexicanos que quieren cruzar a Estados Unidos, eso sí es violatorio de nuestra Constitución, que consagra la libertad de tránsito.
Los presidentes “entreguistas y neoliberales” que antecedieron a AMLO, pusieron brigadas de auxilio en el desierto para ayudar a migrantes que padecían insolación y dejaban agua y víveres en su ruta. Ahora se ponen soldados y Guardia Nacional para que no crucen el río ni desafíen el muro de Trump.
¿A qué fue López Obrador a Washington DC? Ayer lo comentamos en esta columna, y lo dijo AMLO en el úl timo párrafo de su discurso en la
Casa Blanca: “Por eso estoy aquí, para expresar al pueblo de Estados Unidos que su presidente se ha comportado hacia nosotros con gentileza y respeto”.
Fue a votar por Trump. Y a pedir a la comunidad mexicoamericana que vote por él. (Pablo Hiriart, El Financiero, Nacional, p. 30)
La reunión entre Andrés Manuel López Obrador y Donald Trump terminó sin desaguisados, pese al volátil temperamento del anfitrión, y con un gran discurso vestido de referencias históricas del mandatario visitante que, sin embargo, fue cosmético y dirigido a una audiencia mexicana. No hubo nada discordante, porque ratificaron los dos que tienen intereses compartidos.
El sabor más amargo que deja este encuentro, es la confirmación de López Obrador a Trump en el tema más irritante de la relación bilateral, que la petición de poner a la Guardia Nacional como muro contra los inmigrantes y hospedar en territorio mexicano a quienes esperan el asilo, seguirá cumpliéndose.
López Obrador no llevó a los inmigrantes mexicanos con él, como prometió, sino les dio la espalda. En la declaración conjunta no se menciona el tema de los mexicanos inmigrantes ni el maltrato que se les da en Estados Unidos, aunque se toca sibilinamente al hablar de la coordinación bilateral en materia de seguridad. (Raymundo Riva Palacio, El Financiero, Nacional, p. 32)
El recordatorio de Biden.- Alguien en Estados Unidos recordó lo que Donald Trump y López Obrador quisieron dejar en el olvido. Y no es cualquier persona, es nada menos que el candidato demócrata y puntero en las encuestas para la presidencia en las elecciones de noviembre, Joe Biden. “Trump lanzó su campaña de 2016 llamando violadores a los mexicanos. Ha esparcido el racismo contra nuestra comunidad latina desde entonces”, tuiteó ayer quien fuera vicepresidente con Obama. Con esto último queda claro que el mandatario mexicano no está de acuerdo, pues ayer sostuvo que Trump ha dado un trato “cada vez más respetuoso” a México y nuestros paisanos.
¿Casualidad en captura de Duarte? Quizá sea sólo una casualidad que en el marco del encuentro entre los presidentes López Obrador y Trump, la autoridad estadounidense informara del esperado arresto del exgobernador de Chihuahua, César Duarte. Lo cierto es que hay al menos otros dos momentos políticos en los que la justicia estadounidense pareciera actuar al ritmo de la Casa Blanca. Uno fue la captura en diciembre del año pasado de Genaro García Luna, que ocurrió en plena negociación final del T-MEC. El otro, el arresto del líder religioso Naasón Joaquín García, que se dio en mayo del mismo año y coincidió con la amenaza trumpista de imponer aranceles a México si no frenaba el flujo de migrantes hacia EU. (El Financiero, Nacional, p. 29)
Intercambio de bates.- Si la reunión en Washington se diseñó para celebrar la puesta en marcha del T-MEC no se notó. La ausencia del premier canadiense Justin Trudeau la convirtió en una reunión bilateral de intercambio de elogios, algunos desmedidos.
De los temas espinosos de la relación, como tráfico de drogas, de armas, dreamers y migración, entre otros, casi no se dijo nada, al menos no en público.
El interés de los mandatarios fue resaltar que se llevan de maravilla y que fallaron quienes auguraban que se pelearían entre ellos.
En las calles de Washington sí hubo jaloneo entre grupos de mexicanos a favor y en contra de la presencia de López Obrador.
Se realizó el tradicional intercambio de regalos. López Obrador regaló un bate con arte huichol y regresará a casa con bate rojo metálico. (La Crónica de Hoy, Opinión, p. 3)
Lo primero que llama la atención de la agenda, es la ausencia de alguna reunión con miembros del Congreso, cuyos legisladores demócratas merecen tanto o más agradecimiento que el presidente Donald Trump por haber pasado el T-MEC sin sobresaltos mayores. No podía haber reunión con el candidato demócrata Joe Biden sin que Trump enfureciera, pero hubiera sido recomendable agendar algo con Nancy Pelosi.
De por sí, los migrantes mexicanos en EU saben que este no es un gobierno particularmente preocupado por sus causas, como no sea ponerse el sombrero, sin mérito alguno, del incremento de las remesas. No olvidan la onerosa reducción presupuestal que le aplicaron a los consulados y embajada, al punto de no poder prestar ya ni servicios legales básicos a los connacionales que lo requieren.
Pero sí esperaban algún gesto presidencial, dado que es sabido que su principal, y casi única preocupación, es la obtención de votos, y los migrantes votan.
“Usted no ha buscado imponernos nada,” fue otra de las joyas que AMLO le ofreció a Trump. Como no sea reprogramar a la Guardia Nacional para perseguir migrantes en vez de criminales, porque hay miles de elementos de la GN dedicados a eso en ambas fronteras. Eso nos lo impuso Trump so pena de aplicarnos aranceles, y aún recuerdo las desesperadas maniobras de Marcelo Ebrard para cumplir metas numéricas impuestas por la Casa Blanca.
En los discursos de la tarde, Trump fue muy breve y AMLO, como improvisó, no. Volvieron sus kilométricas pausas, y tocó temas laborales del tratado. No se permitieron preguntas. (Jorge Berry, El Financiero, Mundo, p. 24)
Amigos y rivales… En medio de un enrarecido clima político, ayer el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, llegó a Washington para reunirse con el polémico líder de EU, Donald Trump.
La visita en el marco de la entrada en vigor del T-MEC será el pináculo desde el cual se busca afianzar los vínculos comerciales entre ambas naciones. Pero más allá del intercambio de bienes y servicios la agenda de temas fue ambiciosa. El Gobierno de EU enfatizó que durante la reunión se buscaron también acuerdos en asuntos de seguridad, tráfico de armas y sobre todo en materia migratoria, una de las mayores fricciones entre ambas naciones y la principal bandera de campaña de Trump.
Hace apenas unos días, el mandatario de esa nación presumió vía Twitter el imponente muro fronterizo, un guiño a su base electoral… (Ángeles Aguilar, La Razón, p. 15)
No estuvo en la Casa Blanca, por supuesto. Es Joe Biden, seguro candidato del Partido Demócrata a la primera magistratura del país más poderoso del mundo.
Y sin emitir juicio de la falsa cortesía de Donald Trump, muy distante de sus acciones contra los mexicanos, mostró cómo le dio seguimiento.
Escribió Biden luego un tuit en los siguientes términos:
“Trump lanzó su campaña de 2016 llamando violadores a los mexicanos.
“Él ha propagado el racismo contra nuestra comunidad latina desde entonces.
“Necesitamos trabajar en sociedad con México.
“Necesitamos restaurar la dignidad y la humanidad en nuestro sistema de inmigración.
“Eso es lo que haré como presidente”. (José Ureña, 24 Horas, p. 4)
A partir de ahora, el libre comercio mundial del futuro se transformará por la mentefactura, la inteligencia artificial y la economía del conocimiento, porque no solo están impactando las economías de estados, sino que están transformando regiones geográficas que impulsarán la migración y transformarán la vida cotidiana de los seres humanos por las nuevas formas en cómo se crea valor y empleo.
El libre comercio del pasado consistía principalmente en la reducción de aranceles y barreras no arancelarias al comercio para mover mercancías, bienes y servicios para reducir costos y ganar rentabilidad. (Simón Levy, El Financiero, Economía, p. 10)
La reunión bilateral
Ayer fuimos testigos de una agenda de trabajo interesante donde lo que más nos tenía alertas era la declaración de ambos mandatarios. Fue interesante escuchar los discursos políticos donde se habló de: i) seguir intensificando la relación comercial y de atracción de inversión extranjera directa y ii) continuar con la intención de seguir trabajando conjuntamente en una relación de respeto. Es complicado visualizar la palabra “respeto” en la política exterior de EU, ya que tenemos muy presente todas las agresiones verbales que Trump ha hecho en contra de los mexicanos, el tema migratorio, su oposición a que continuara el DACA, el muro fronterizo, las amenazas de salirse del TLCAN, los aranceles al acero y al aluminio, entre muchos otros temas.
Por lo que será importante ver si esta reunión suma o resta a la relación. (Aribel Contreras, El Sol de México, Análisis, p. 10)
¿En qué momento Trump ha sido respetuoso con los migrantes mexicanos?
Una de las líneas del discurso del presidente López Obrador que más se alejaron de la realidad fue cuando mencionó: “Pero lo que más aprecio, es que usted nunca ha buscado imponernos nada que viole o vulnere nuestra soberanía”.
El 31 de mayo de 2019 Trump amenazó al gobierno del presidente López Obrador con imponerle aranceles a los productos nacionales que Estados Unidos importa en caso de que la policía mexicana no vigilara la frontera con Guatemala.
La respuesta del gobierno de México no tardó en llegar a través del despliegue militar de la Guardia Nacional.
Las palabras de Trump no sorprenden. Asimilan la retórica fake abrevada en redes sociales, entorno oficial en el que se desenvuelve el presidente de Estados Unidos. “Estados Unidos alberga a 36 millones de ciudadanos mexicoamericanos que fortalecen nuestras iglesias, nuestras comunidades y colorean todos los trazos de la vida de nuestra nación”, comentó. (Fausto Pretelin, El Economista, Geopolítica, p. 41)
El objetivo del presidente mexicano, lo dijo puntualmente, era celebrar el arranque del T-MEC y agradecer al presidente Trump por su apoyo en la consecución de ventiladores para la atención de los enfermos de Covid-19.
López Obrador quedó muy lejos el lenguaje reprobatorio y pendenciero que utilizó en sus tiempos de campaña contra Trump.
El inicio del mensaje del presidente de México pudo haber sido pronunciado por cualquiera de sus antecesores en el periodo neoliberal, en favor del libre comercio y la integración regional.
En la parte diplomática, el presidente mexicano no recordó ni siquiera —ó prefirió no recordarlo— la amenaza arancelaria de Trump en contra de México, con la que obligó al gobierno mexicano a cerrar sus fronteras y el paso a los centroamericanos para evitar que lleguen a EU.
Tampoco hizo referencia a la construcción del muro, ni las múltiples ofensas de Trump en contra de los mexicanos. (Marco A. Mares, El Economista, Empresas, p. 25)
En justa correspondencia, se diría que el presidente Trump fue inusualmente cauto: prefirió no agradecer a López Obrador por su eficaz labor en la contención y persecución de los migrantes centroamericanos ni repitió su ofrecimiento de lanzar una guerra a los cárteles de la droga “que los borre de la faz de la tierra”.
Si es cierta la idea de que la diplomacia reclama altas dosis de mentira y engaño, el discurso de López Obrador lo ejemplifica muy bien: le agradece que no nos haya tratado como colonia y dice que nunca ha buscado imponernos nada, ignorando las amenazas de imponernos aranceles que obligaron a un giro drástico de la política migratoria. (Alfonso Zárate, El Universal, Opinión, p.)
Ayer, el presidente Andrés Manuel López Obrador llegó a la Casa Blanca para celebrar la entrada en vigor del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC) y, entre otras cosas, reafirmar la importancia del respeto a las personas migrantes mexicanas. En teoría, no quedaría más que decir enhorabuena; la crisis de salud mundial solo ha resaltado la dependencia de la labor de personas migrantes. Contando con un capítulo laboral y provisiones sobre migrantes y equidad de género, el TMEC presenta una oportunidad sin precedentes de impulsar los derechos de quienes sostienen las economías de México y de Estados Unidos. Sin embargo, antes de empezar a celebrar, tendremos que evaluar la manera en la que el acuerdo será implementado y definir si sus provisiones laborales serán tomadas en serio.
Como organización binacional, en el Centro de los Derechos del Migrante, Inc. (CDM) definimos la renegociación del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN) como una vía para ampliar el acceso a la justicia para personas migrantes. Después de documentar decenas de miles de casos de abusos en la migración laboral de México a Estados Unidos, concluimos que el fortalecer las protecciones laborales bajo el acuerdo no era una opción, sino una necesidad. Para cuando comenzó la renegociación del TLCAN, ya habíamos archivado quejas bajo su acuerdo laboral paralelo alegando una gama de abusos para personas migrantes. Los mecanismos de resolución de conflictos no tenían líneas del tiempo concretas ni proporcionaban remedios para las partes afectadas. Nuestra experiencia demostraba que, al no garantizar las protecciones para personas migrantes, el acuerdo comercial estaba facilitando la explotación laboral. (Evy Peña, Reforma, Opinión, p. 10)
De lo que hablaron los dos presidentes en el encuentro privado de la oficina oval no sabemos nada, pero sí lo que dijo López Obrador en su mensaje, un texto muy bien cuidado, al que no agregó una palabra ni una pausa, en el que reivindicó la honestidad y esfuerzo de los migrantes mexicanos, con los que no se reunió, de los que dijo son gente buena y trabajadora que mucho ha hecho por esta gran nación. (Joaquín López Dóriga, Milenio, Al Frente, p. 3)
LÓPEZ OBRADOR no tuvo tiempo para reunirse con migrantes mexicanos, ni con representantes del Partido Demócrata: estaba muy ocupado diciéndole al mismo que calificó a los mexicanos como violadores, criminales y narcotraficantes: “hemos recibido de usted comprensión y respeto”. (F. Bartolomé, Reforma, Opinión, p. 8)
Lo bueno, lo feo y lo hipócrita de la visita a Washington
No parece casual que el mismo día de la primera reunión de los presidentes López Obrador y Trump, en Washington, se haya producido la captura, con fines de extradición, de César Duarte.
El exgobernador de Chihuahua enfrenta serias acusaciones de peculado por 96.6 millones de pesos. Se le involucra también en el desvío de 250 millones de pesos a campañas del PRI, en el 2016.
Lo detuvieron ayer en Miami, donde vive desde hace dos años, poco después de la primera reunión Trump-López Obrador en la Casa Blanca.
¿Un obsequio a López Obrador de su amigo Trump por el trabajo de “muro humano” que ha realizado la Guardia Nacional para contener la migración centroamericana hacia Estados Unidos? (Francisco Garfias, Excélsior, Alerta Coronvirus, p. 4)
De eso que pase en el futuro dependerá la evaluación general de la visita de ayer que hasta ahora solo tiene un grupo perdedor: los migrantes. Desde 1986, fecha de la última reforma migratoria seria en Estados Unidos, y salvo el primer año del gobierno de Vicente Fox con Jorge G. Castañeda, cuando México puso en la mesa y estuvo cerca de llegar a un acuerdo migratorio que tumbó el atentado de las torres gemelas, el asunto migratorio y los migrantes son siempre los perdedores. De diferente manera, con diferentes énfasis, con muros o deportaciones, con discursos o leyes o decretos, pero siempre olvidados, marginados, jodidos, golpeados. (Carlos Puig, Milenio, Al Frente, p. 2)
Las omisiones y elogios inmerecidos del visitante y las aviesas mentiras del anfitrión subyacen, pero debe reconocérseles a los dos haber hablado con mesura y formal respeto, aunque inevitable, previsiblemente, el presidente de México y sus gobernados y paisanos migrantes continuaremos expuestos a las impulsivas ofensas y puñaladas traperas del estadunidense.
Con amable hipocresía, Trump tuvo el detalle de recibirlo en el dintel, pero cometió la leperada de ingresar primero. Descarado, afirmó que los mexicanos somos a todo dar después de habernos endilgado ser “asesinos y violadores”. Aseguró tratarnos con más respeto que sus predecesores y que la relación binacional es buena, siendo que es el primero en torpedearla. Ni una palabra de su decisión (frenada por la Suprema Corte de Justicia estadunidense) de poner fin a la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia y consecuente expulsión de casi 700 mil dreamers, en su mayoría mexicanos; no reflejó sus amenazas y chantajes para que México le contuviera el flujo migratorio y olvidó el amago de imponer aranceles, así como la advertencia que guarda en la hielera de considerar “terroristas” a las narcobandas mexicanas (lo que implica sus ganas de intervenir en México inclusive para cometer asesinatos). (Caros Marín, Milenio, Política, p. 7)
Mientras se desarrolla, al momento de escribir estas líneas, la cena de trabajo en la Casa Blanca, mucho habrá que averiguar sobre lo realmente platicado en las reuniones sostenidas ayer por el presidente López Obrador y el estadunidense Donald Trump. Lo que se había anunciado en México fue desmentido incluso antes de que comenzara el encuentro por el secretario de Estado, Mike Pompeo, quien aseguró que en esos encuentros se abordarían numerosos temas de la agenda bilateral e incluso global, incluyendo el tema de Venezuela, la migración y la seguridad. (Jorge Fernández Menéndez, Excélsior, Nacional, p. 12)
No le dijo que ha insultado, estigmatizado, discriminado y maltratado a los mexicanos. No le dijo que ha atropellado los derechos humanos de los migrantes que cruzan la frontera en busca de una vida mejor. No le dijo que sus descripciones de los mexicanos como narcotraficantes, polleros, violadores y asesinos no se nos olvidan.
No le reclamó por su crueldad de separar a las familias migrantes. No le echó en cara la insensible y artera agresión a los derechos de los “dreamers” que llegaron de niños a Estados Unidos y han hecho su vida en la tierra del “sueño americano”.
No se quitó el tapabocas para decirle que México no va a pagar por su “bello y grande” muro fronterizo, no lo encaró para aclarar la falsedad que tantas veces repitió de que los mexicanos abusamos durante dos décadas de los pobres estadounidenses y lucramos con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
No le recordó lo que en campaña le escribió en su libro Oye, Trump: que es un racista, un xenófobo y un autoritario.
No le reprochó la canallada de llamar “animales” a los migrantes mexicanos.
No le refrescó la memoria de sus amenazas de imponer aranceles que subirían gradualmente hasta asfixiar a la economía mexicana si no hacía algo para detener el flujo migratorio hacia el norte.
Por supuesto, no recordó la forma en que le torció el brazo a su gobierno para dar un giro nunca visto en la postura mexicana frente a la migración y realizar un imponente despliegue militar de miles y miles de elementos para detener y deportar migrantes indocumentados. (Carlos Loret de Mola, El Universal, Nación, p. )
Sin embargo, el aspirante presidencial demócrata Joe Biden le recuerda a AMLO que el presidente Trump comenzó su campaña llamando violadores a los migrantes mexicanos, apuntando su índice sobre ellos y achacándoles gran parte de los males de Estados Unidos y ejerciendo un asedio sobre ellos con el objetivo de expulsarlos, incluso construyendo un muro contra ellos con el dinero de los contribuyentes estadounidenses. (Editorial, El Universal, Opinión, p.)
¿Será que para el presidente de México el “entendimiento y el respeto” se mide en torno a la cantidad de familias separadas y niños puestos en centros de detención sin sus padres? O tal vez será que el respeto a los connacionales lo mida en la cantidad de veces que Donald Trump ha vilipendiado a los mexicanos llamándoles ladrones o violadores. Quizá AMLO piensa que no existieron presiones de cerrar la frontera si México no se convertía de facto en tercer país seguro. O que no fue imposición la amenaza de poner aranceles a los productos mexicanos, lo que forzó a México a mandar a la Guardia Nacional a cuidar la frontera para evitar el paso de migrantes. (Solange Márquez, El Universal, Opinión, p)
Amistad. Quién lo hubiera imaginado. El presidente Donald Trump elogió la relación bilateral con México y a los millones de mexicanos que han emigrado a Estados Unidos. Dijo sentirse conmovido de que la primera visita oficial del Presidente de México haya sido a la Casa Blanca. En comparecencia de ambos mandatarios, Trump expresó que “nuestros países están unidos por el comercio, la historia, la cultura, la fe y las familias”. Se refirió a los mexicanos en términos totalmente opuestos a los que empleó al lanzar su campaña en 2015 y declaró que “Estados Unidos es el hogar de 36 millones de mexicanos, grandiosos ciudadanos estadunidenses. Son personas trabajadoras, también grandes empresarios que conforman un gran porcentaje de nuestros pequeños empresarios”. ¿Quién lo calmó? (Frentes Políticos, Excélsior, Nacional, p. 14)
Aunque el saldo es positivo, hay desde luego bemoles porque una cosa es dejar fuera de los discursos los temas polémicos como la inseguridad, el muro, y el maltrato a los migrantes y otra muy distinta es que en la Casa Blanca López Obrador haya agradecido a Trump que siempre no haya tratado sin agravios, con respeto y comprensión.
Desde luego no es cierto. Trump ha insultado no una, sino varias veces a los mexicanos desde su campaña en 2016, como bien reconoció el candidato demócrata Joe Biden en su cuenta de Twitter. Y durante los más de dos años de negociaciones del T-MEC que no hay que olvidar se concluyó en la administración anterior Trump amenazó no una, sino varias veces con salirse o denunciar el TLCAN y con imponernos aranceles a todas las exportaciones, lo que obligó al canciller a Marcelo Ebrard a viajar a Estados Unidos y aceptar enviar a la Guardia Nacional a la frontera sur para frenar la llegada de migrantes centroamericanos a Estados Unidos. (Maricarmen Cortés, Excélsior, Dinero, p. 4)
Por su parte, el presidente López Obrador pronunció un discurso sustancioso, equilibrado, en el cual no soslayó la defensa de los migrantes mexicanos y sus descendientes en territorio estadunidense ni los agravios a México cometidos por el vecino del norte, pero aquilató el clima de entendimiento que, pese a todo, ha prevalecido en las relaciones bilaterales en meses recientes y proyectó un vínculo caracterizado por el entendimiento, la colaboración económica y el respeto, en contraste con los intercambios regidos por términos asimétricos e injustos, los tonos ofensivos que Trump ha empleado en contra de los mexicanos y el irredento injerencismo cometido por sus antecesores en el cargo. (Editorial, La Jornada, p. 8)
López Obrador intentó hacer ante Trump un discurso equilibrado, en el que al tiempo que apunta hacia la cooperación bilateral, recuerda la existencia de agravios no olvidados y hace un par de guiños hacia los migrantes y los demócratas. Pero al final terminó, en su comedido agradecimiento, por llevar agua al molino electoral del republicano en busca de su reelección. La comprensión y el respeto de Trump son sólo cuando a él, en lo personal, le convienen. (La Crónica de Hoy, Pp)
Excelente la forma de actuar del Canciller mexicano en la reunión que sostuvieron el presidente de México y el mandatario de los Estados Unidos, la forma de actuar del Canciller fue lo suficientemente inteligente como para impedir que la visita de AMLO a Washington fuera utilizada de manera burda por Trump y se volviera un bumerang en contra del presidente mexicano. (La Crónica de Hoy, p. 2)
(Alarcón, El Heraldo de México, La Dos, p. 2)
(Rictus, El Financiero, Nacional, p. 32)
(Jabaz, Milenio, Al Frente, p. 3)