Opinión Migración 310123

Historias de reportero / “Amigo, date cuenta”

Los cuatro consejeros que impulsó al INE han denunciado que la reforma electoral es un retroceso democrático y ya los descalificó. Carmen Aristegui moderó la presentación del libro de Lorenzo Córdova y Ciro Murayama respaldando al INE, y fue acusada de traidora. A Proceso, que tiene como accionista a su exconsejero jurídico Julio Scherer, lo ha tildado de medio de comunicación al servicio de los conservadores. Se le voltearon tres de los cinco ministros que tenía en la Suprema Corte. A la UNAM, su trampolín por décadas, ya le dijo que es de derecha.

Se fue decepcionada y maltratada Tatiana Clouthier, su coordinadora de campaña y luego secretaria de Economía. El hombre a quien López Obrador escogió para ponerle la banda presidencial el histórico día de su toma de posesión, Porfirio Muñoz Ledo, ha declarado que este gobierno está aliado con los cárteles del narcotráfico. Lo dejó su primer secretario de Hacienda, el doctor Carlos Urzúa, y se volvió un crítico feroz del gobierno. Se fue su secretario del Medio Ambiente denunciando conflictos de interés. Renunció Germán Martínez al IMSS y ahora es un duro senador independiente. La senadora Lilly Téllez era su defensora a ultranza, la presumía entre sus filas en los mítines, y hoy es presidenciable de la oposición. A Olga Sánchez Cordero, la secretaria de Gobernación de la que tanto alardeaba, la relevó por denunciar la corrupción en Palacio Nacional. Su primera embajadora en Estados Unidos, Marta Bárcena, es también crítica de las políticas oficiales. Es aún más crítico su cónyuge y tío de la esposa del presidente, Beatriz Gutiérrez Müller, el periodista y diplomático Agustín Gutiérrez Canet. Ricardo Monreal, presidenciable de Morena y líder del Senado, ha pintado su raya mil veces. Tonatiuh Guillén fue uno de los primeros que se fue, cuando vio que el Instituto Nacional de Migración se puso al servicio de Trump. Jaime Cárdenas, el hombre que entró a limpiar la corrupción obradorista en el Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado, renunció porque lo querían obligar a violar la ley. Vamos, aunque con candor, hasta Elenita Poniatowska ha encendido focos rojos en materia de cultura y democracia.

Los priistas, a los que había roto, recompusieron la alianza de partidos de oposición y le votaron en contra su reforma electoral. Dante Delgado sacó a su partido de la coalición que postuló dos veces a AMLO a la Presidencia y apenas ayer anunció un “Colectivo por México” para hacer contrapeso al autoritarismo de López Obrador. El ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, referente de la izquierda y cuyo hijo Lázaro es el coordinador de asesores de Presidencia, ha cuestionado el rumbo del obradorato.

Arrepentidos de haber votado por él siguen brotando: en el mundo intelectual, en el medio artístico, entre científicos, cineastas, ambientalistas, defensores de derechos humanos. Cada vez son más los que ven en primera fila el desastre de gobierno y optan por hacerse a un lado. Y faltan 20 meses, los más duros. El presidente no es capaz de entender por qué se van tantos y tan importantes, es impermeable a las llamadas de atención de quienes formaron parte de su círculo más cercano, imposible en él un asomo de autocrítica. Por el contrario, responde con soberbia y descalifica moralmente a los que lo dejan decepcionados, asqueados.

Eso sí. Le queda Bartlett. (Carlos Loret de Mola, El Universal, Nación, p. A8)

Misión Especial / Ética y verdad en política exterior

Como diplomática hablé con honestidad y veracidad, a pesar de que me ocasionó fricciones con los superiores, descalificaciones de quienes querían verme fracasar en mi encomienda, enojo en las contrapartes.

Con ética, ganas el respeto de tus interlocutores, comprensión de los intereses y posiciones de México y la certeza de poder informar a tus superiores y al pueblo de México y sus representantes los límites y resultados de la gestión encomendada. Evitas que te exhiban o desmientan, porque ello afecta la dignidad de México.

La honestidad, la defensa de los intereses con base en la historia de México, el conocimiento del derecho, de las técnicas y el tema de la negociación y la comprensión de los objetivos y límites de la contraparte, son fundamentales. La ambición personal es un obstáculo.

Toda negociación de un acuerdo o tratado es confidencial, a fin de mantener la flexibilidad necesaria a los países para allegarse información, acercar posiciones y alcanzar acuerdos. Una vez concluido, el acuerdo debe ser transparente, porque ello asegura su cumplimiento. El ocultamiento y la manipulación de la información con fines de “politiquería” se revela más temprano que tarde.

Es el caso de la negociación del acuerdo sobre Quédate en México, entre los secretarios Marcelo Ebrard y Mike Pompeo, sellado aún antes de la toma de posesión del presidente López Obrador.

Se nos presentó a muchos funcionarios y a la opinión pública mexicana como una decisión unilateral de Estados Unidos. Nos opusimos diversos servidores públicos y varias ONG en ambos países, por considerarla contraria al principio de política exterior de protección de los derechos humanos y a los esfuerzos del gobierno entrante para contar con una política migratoria más humana y menos corrupta. Quédate en México terminó en fracaso. Hoy es objeto de burla por parte de Trump y sus seguidores. De rechazo y desconfianza de los demócratas. Fortaleció las redes de tráfico ilícito de personas. Propició el abuso a los derechos humanos de los migrantes. Saturó los albergues de nuestras ciudades fronterizas.

Hoy, los flujos migratorios provenientes de otros países que cruzan por México con destino a Estados Unidos y la migración mexicana han crecido exponencialmente.

Nadie sabe quién controla la política migratoria mexicana, si la Secretaría de Gobernación, a la que le corresponde por ley, o la Secretaría de Relaciones Exteriores, que constantemente invade las competencias de otras secretarías y termina por crear más problemas que soluciones.

Me opuse al programa Quédate en México. Como embajadora se me ocultó la negociación. Siempre estuve en contra del Acuerdo de Tercer País Seguro. Impedí la negociación que pretendían imponernos los estadounidenses en junio de 2019. Hay testigos en ambos lados. Defendí los intereses de México y los derechos humanos de los migrantes. La verdad termina por imponerse. (Martha Bárcena Coqui, El Heraldo de México, País, p. 6)

Puentes y cruces / Las memorias de Pompeo y la defensa de México

La semana pasada, el exsecretario Michael Pompeo presentó un libro sobre su trayectoria política. La publicación tiene lugar previo al próximo ciclo electoral, particularmente hacia las primarias del Partido Republicano. En el contexto de las próximas elecciones en Estados Unidos, Pompeo vuelve a la arena pública con un alegato que busca presentar a México como una gran amenaza para su país —en vez del socio estratégico que es en los hechos— y pintarse a sí mismo como un hombre capaz de enfrentar ese falso peligro.

Entre otros puntos, Pompeo señala que logró un acuerdo con México el 15 de noviembre de 2018 para controlar la migración.No se explicaría entonces el porqué de la crisis que llegó a su punto más tenso con la amenaza de imposición de aranceles a finales de mayo de 2019. Además, Pompeo, convenientemente, no señala que, a la fecha, no existe un acuerdo vinculante entre México y Estados Unidos en materia migratoria, como sí se firmó con otros países de la región.

En un contexto de gran presión por parte de Estados Unidos, el canciller Ebrard logró una negociación benéfica en dos pistas. Por un lado, rechazó categóricamente el acuerdo de tercer país seguro, mismo que la administración de Trump y Pompeo buscaron con todo tipo de presiones hasta mediados de septiembre de 2019. Contrario a lo que señala el exsecretario, el hoy canciller Ebrard rechazó exitosamente su principal demanda.

En segundo lugar, el secretario Ebrard también evitó el cierre de la frontera, así como una confrontación arancelaria que hubiese tenido un impacto sumamente negativo para ambas economías. En paralelo a esta compleja negociación, llevó a buen puerto el T-MEC con un país que había llamado a su versión previa, el TLCAN, “el peor acuerdo comercial de la historia de Estados Unidos”.

En resumen: rechazamos el acuerdo de tercer país seguro, evitamos el cierre completo de la frontera y, simultáneamente, salvaguardamos el acuerdo comercial norteamericano. Siempre con el respaldo y la conducción del presidente López Obrador y con una diplomacia de unidad nacional, de la mano del Senado de la República, los resultados de las negociaciones del canciller Ebrard fueron claramente favorables para México.

Algunas voces en nuestro lado de la frontera comparten la intención política de atacar al canciller y, de paso, actúan con connivencia frente a los ataques a nuestro país. Difícilmente reconocerán lo evidente: que México no cedió de más frente a las presiones de la administración Trump y que la relación bilateral tampoco llegó a un momento de colisión que hubiese sido sumamente negativo, además de impredecible. Tampoco aceptarían, por ejemplo, que el número de personas que formaron parte de dicho programa es únicamente 5% del total. Es decir —bajo la falsa lógica de suma cero que dichas voces impulsan—, al rechazar un acuerdo de tercer país seguro, México evitó recibir 95% del flujo migratorio irregular. No habría existido un acuerdo económico —como algunos sugirieron en su momento y ahora— que fuera suficiente para hacer frente a un tratado de esa naturaleza.

La Secretaría de Relaciones Exteriores ha defendido la posición de México en favor de las personas migrantes y refugiadas. Somos hoy el tercer país con mayor número de solicitudes de refugio a nivel global. Trabajamos con organismos internacionales en la materia. Además, suscribimos recientemente dos memorandos de entendimiento tras la reunión bilateral entre los presidentes López Obrador y Biden para robustecer los derechos laborales de nuestros trabajadores y trabajadoras en EU y también en materia de reunificación familiar. Ayer, con el fin mejorar la atención a nuestros connacionales en el exterior, firmamos también un convenio con el Banco de México para validar la matrícula consular y el pasaporte que expiden nuestras embajadas y consulados en el exterior como identificaciones oficiales en instituciones bancarias y crediticias en México.

Mientras algunos argumentan de forma tramposa y ondean banderas a conveniencia, en la Secretaría de Relaciones Exteriores seguiremos trabajando en defensa de nuestros connacionales, de las personas migrantes y de los intereses de México. (Roberto Velasco Álvarez, abogado y maestro en políticas públicas, Jefe de la Unidad para América del Norte de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Excélsior, Nacional, p 13)

Desde Afuera / Trump, México y la lucha trumpista

Con México en la mente y migración como tema de campaña, el expresidente Donald Trump dió el fin de semana el primer paso de su campaña por la candidatura presidencial republicana de 2024. Y no se puede decir que le haya ido mal, pero tampoco que haya despertado un gran entusiasmo.

Trump recogió temas de su agenda de 2016 y citó sus contactos en 2018 con un representante del recién electo presidente Andrés Manuel López Obrador, identificado como el ahora Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard: “Necesitamos 20 mil soldados y queremos que todo el mundo se quede en México y que nadie venga a Estados Unidos. Y le dije: ‘Mira, si no lo aprueban, vamos a imponer aranceles a todos los vehículos que están vendiendo en nuestro país, unos impuestos de 25%, y vamos a imponer una tasa de 25% a todos los productos que hacen en México'”.

El recuento varía de otras expresiones de Trump, que como Presidente se refirió varias veces a la ayuda que había recibido de su amigo López Obrador, que a su vez citó la respetuosa relación con el estadounidense.

Lo que es claro es que migración y seguridad fronteriza, aunados específicamente al tráfico de fentanilo, van a ocupar un lugar importante en la retórica electoral de Trump y sus posibles competidores, que esperan recoger la bandera que el exmandatario se resiste a abandonar.

El viaje de Trump es apenas un escarceo que en los próximos meses lo llevará a todo el país y a “probar” los que serán los temas para su campaña. Pero muchos analistas políticos creen notar que ya hay “fatiga de Trump” entre los votantes. El expresidente ha sido una presencia ubicua, tanto por sus intervenciones políticas y su influencia en el partido republicano, como por los múltiples escándalos y las muchas controversias que rodearon su salida de la Casa Blanca en 2021.

Trump mantiene que no perdió las elecciones de noviembre de 2020, aunque ni él ni sus seguidores han logrado presentar pruebas más allá de sus opiniones. El exmandatario enfrenta la posibilidad de acciones judiciales por su intervención en intentos de subvertir el resultado de las votaciones.

Más de 950 personas han sido acusadas o sentenciadas de asaltar el Capitolio, el 6 de enero de 2021, en un violento intento de impedir que el Congreso certificara los resultados de la elección de 2020. La actuación de Trump ese día motivó una investigación congresional.

La influencia de Trump es considerada como culpable de que republicanos hayan presentado candidatos inadecuados a las elecciones legislativas de 2022 y perdido la oportunidad de dominar ambas cámaras. De hecho, demócratas ganaron un escaño para reafirmar su mínima  mayoría en el Senado.

Trump enfrenta la competencia de varios aspirantes que abanderan un trumpismo sin Trump, como el exvicepresidente Mike Pence, la exgobernadora Nikki Hailey, el exsecretario de Estado MIke Pompeo y, sobre todo, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, el actual favorito para muchos. (José Carreño Figueras, El Heraldo de México, Orbe, p. 29)

Frente al escenario global, EU mueve sus cartas en América Latina

La Alianza de las Américas para la Prosperidad tuvo su primera sesión virtual hace un par de días y ha dividido opiniones entre quienes consideran que Estados Unidos está usando su poder suave para listar a sus aliados en América Latina y quienes ven esta iniciativa como un necesario impulso económico de cara a la desaceleración económica global.

Esta Alianza fue propuesta por el presidente estadounidense Joe Biden en la Cumbre de las Américas del año pasado y se ejecuta desde la Secretaría de Estado, que encabeza Antony Blinken y la Representación Comercial de Katherine Tai. Las contrapartes latinoamericanas recaen en las secretarías de asuntos exteriores y economía, mayoritariamente.

Este mecanismo busca que, mediante el impulso comercial, se frene la migración ilegal de Centroamérica y el Caribe hacia Estados Unidos. Es decir que no es un modelo de integración económica per se, sino que busca fortalecer las cadenas de proveeduría y traer más inversiones a la región pero basándose en valores comunes y no solo en elementos clásicos de competitividad como la mano de obra calificada o la política comercial.

La declaración conjunta habla de elementos políticos y jurídicos necesarios para que la cooperación económica funcione; se habla de gobernanza, estado de derecho, formalidad, combate a aspectos como la corrupción, la evasión fiscal y el blanqueo de capitales de origen ilícito. Incluso, pone a la igualdad de género y a la conducta empresarial responsable y alineada con los derechos humanos, como elementos esenciales de este nuevo proyecto.

No es casualidad que Brasil, Argentina o Nicaragua no sean parte de este acuerdo inicialmente, pues parece que están fuera del club de países latinoamericanos con los EEUU se sienta a dialogar. Incluso, parece una coincidencia política, de esas que siempre dan pie a la sospecha, que esta misma semana Argentina y Brasil declararan públicamente su intención de crear una moneda común.

Sin embargo, en geopolítica no hay coincidencias, pues la Alianza habla de construir cadenas de suministro regionales sobre bases no tradicionales como como el despacho aduanal y los acuerdos arancelarios y, en cambio, se menciona el combate al cambio climático, la seguridad energética, las normas laborales y la infraestructura de calidad. Es decir, todos los puntos de la agenda demócrata con la que Biden ha buscado desmarcarse de su antecesor y que hoy, en medio del creciente conflicto Rusia-Ucrania y la necesidad de sacar de Asia a los principales fabricantes, validan el discurso regionalista, que busca ir más allá de estrategias bilaterales como el nearshoring con México.

Aunque es buena idea hablar de cadenas de suministro resilientes en la región, es pronto para hacer proyecciones sobre los posibles alcances de la Alianza frente a otros mecanismos como APEC, Mercosur o la Alianza de Pacífico. Mientras tanto, tengamos claro que, de los 35 países que conforman el continente americano, solo 12 son parte de esta Alianza, incluyendo a México. (Rodrigo Alpízar, El Sol de México, Análisis, p. 15)