Hace dos días, en una entrevista concedida al diario La Jornada, el presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó lo siguiente: “Si por mí fuera, yo desaparecería al Ejército y lo convertiría en Guardia Nacional, declararía que México es un país pacifista que no necesita Ejército y que la defensa de la nación, en el caso de que fuese necesaria, la haríamos todos. Que el Ejército y la Marina se convertirían en Guardia Nacional para garantizar la seguridad. No lo puedo hacer porque hay resistencias. Una cosa es lo deseable y, otra, lo posible.”.
¿Tiene razón el presidente? ¿México no necesita Ejército, Fuerza Aérea o Marina Armada? ¿Es deseable que todos los integrantes de las Fuerzas Armadas pasen a la Guardia Nacional y se dediquen a tareas de seguridad pública? Yo opino que no, por las siguientes razones:
Al estar pasando “revista” a las “tropas” en un carro sin cubierta, en la primera hilera estaba sentado en medio el presidente Andrés Manuel López Obrador. De un lado, el secretario de la Defensa, el general Luis Cresencio Sandoval; del otro, el secretario de la Marina, almirante José Rafael Ojeda Durán. En el asiento de atrás estaba el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo, y el general Luis Rodríguez Bucio, coordinador de la comandancia de la Guardia Nacional.
El orden de los factores sí altera el producto. El mensaje era contundente: el secretario de Seguridad, que por mandato constitucional se suponía que tendría el “mando” o supervisión de la Guardia Nacional, por lo menos en su arranque, reclutamiento, adoctrinamiento y abanderamiento, estaba atrás. Pero son militares y están bajo mando militar. Punto. (Ana María Salazar, El Finaciero, p. 28)
La cuarta transformación tiene un estado superior, el paraíso, pero terrenal, no metafísico. Para alcanzarlo, sin embargo, se necesita la fe. Y para alimentar la fe y utilizarla como catalizador, se necesita un ejército. Esta milicia la tiene lista el presidente Andrés Manuel López Obrador, miles de personas en espera de sus instrucciones para comenzar a difundir el evangelio de la “nueva patria” que anunció el lunes en el Zócalo, que se sustentará en la inyección de principios éticos.
López Obrador, un hombre profundamente religioso, fundamenta en ese conjunto de valores el éxito del país que desea. El general que comandará las tropas que diseminarán sus postulados es Arturo Favela, quien fue presentado nacionalmente el 8 de junio, al ser uno de los invitados a hablar en Tijuana, en el acto presidencial tras la suspensión de la aplicación de aranceles. (Raymundo Riva Palacio, El Financiero, p.34)
En una entrevista que concedió a Ciro Gómez Leyva en mayo de 2017, Andrés Manuel López Obrador aseguraba, con vehemencia, que para enfrentar a los huachicoleros bastaba dar el ejemplo y convocar a un acuerdo por la honestidad, y de esa manera los criminales no robarían nada a partir del 2 de diciembre pasado, pues ya no tendrían necesidad de hacerlo. Pensamiento mágico. No invento nada, lo dijo con todas sus letras y palabras. Aquí la pueden escuchar en el minuto 20:
En enero pasado, cuando inició el combate al huachicol y ya había transcurrido un mes sin que se produjera el milagro profetizado, se dio cuenta de que ningún huachicolero se había convertido a la honestidad y tuvo que recurrir al Ejército para cuidar los ductos, transportar gasolina y perseguir a los malosos, que seguían y siguen robando a placer. (Guillermo Valdés Castellanos, Milenio Diario, p. 10)
¿Regresa el ‘Día del Presidente’? Tras el mensaje de Andrés Manuel López Obrador a un año de su triunfo electoral, se reaviva la posibilidad de que el primer mandatario pueda regresar al Congreso de la Unión a dar un mensaje respecto a su informe de gobierno en septiembre. El último presidente en hacerlo fue Vicente Fox, quien de hecho no pudo entrar al pleno en San Lázaro a rendir su último informe en 2006, al siguiente año, Felipe Calderón optó por entregar el informe por escrito únicamente, esto fue el saldo de la polarización tras los comicios de 2006. En 2008 hubo una reforma constitucional que estableció que el jefe del Ejecutivo cumplía el trámite si enviaba el documento a la Cámara de Diputados. Ahora, la situación política es completamente diferente, y de hecho al inicio de esta legislatura, el presidente de la Cámara baja Porfirio Muñoz Ledo presentó una iniciativa de reforma al artículo 69 constitucional para que el presidente acuda a emitir un discurso y escuchar la intervención de los grupos parlamentarios. La mayoría con la que cuentan Morena y sus aliados es un factor favorable que podría terminar por inclinar la balanza. Atentos. (Reporte Índigo Cinco Días, p. Principal 3)
A como se están acomodando las calabazas rumbo a la renovación de la dirigencia de Morena –prevista para noviembre próximo-, en la recta final nos encontraremos con los candidatos del Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador y del vicepresidente en funciones Marcelo Ebrard.
A Bertha Luján, como es bien sabido en las filas morenas, la impulsa el jefe del Ejecutivo. Le tiene mucha confianza.
Ebrard buscó convertirlo en su sucesor en el GDF, pero el colimense no logró los apoyos para convertirse en candidato. Hoy es su principal alfil en la Cámara de Diputados. Lograr que Delgado se convierta en el próximo dirigente de Morena, significaría para Ebrard poner un pie en la puerta hacia la candidatura presidencial. Algo así como cuando Luis Videgaray y Aurelio Nuño llevaron a Enrique Ochoa a la presidencia del PRI para hacerse del control de la candidatura presidencial. (Martha Anaya, El Heraldo de México, p. Nacional 6)
Cerca de 100 mil asistentes. De entre ellos —al igual que sucedió un día antes con las manifestaciones organizadas en contra de AMLO en varios puntos de la República—, este lunes también hubo miles de ciudadanos provenientes de distintos estados que participaron en el festejo a un año del triunfo electoral de López Obrador. Muchos acudieron a la CDMX por convicción, algunos se vieron forzados o fueron convencidos; la mayoría llegó en camiones de pasajeros, que sigue siendo la forma más económica y accesible de transportarse en México.
Ahora bien, por lo que a los invitados VIP se refiere, obvio, no arribaron al jolgorio en autobús como el resto. Si acaso, caminaron de la Alameda hasta Palacio Nacional, pero eso mismo, estoy segura, lo hicieron escoltados por sus guardaespaldas y en “traje de carácter” (esto es, fue sólo llegando al evento que se pusieron el saco —literal–).
Total, esas diferencias entre unos personajes y el común de la población han sido típicas también de los festejos que se celebraban en otros sexenios. El hecho es que importantes hombres de negocios se dieron cita el lunes porque: (1) los invitaron, (2) son empresarios y no hacen nada para quedar mal con el anfitrión-interlocutor y (3) las diferencias ideológicas no cuentan, lo que importa son las oportunidades de negocio. Hasta aquí nada que diferencie este evento de otros anteriores. (Verónica Malo Guzmán, El Heraldo de México, p. Nacional 10)
La diferencia entre moderados y radicales es importante porque, en un gobierno respaldado por un movimiento que luce hegemónico, es allí, dentro de esas fuerzas moderadas y radicales, donde se da la verdadera lucha por el poder. Radicales y moderados tienen sus propias respuestas para los verdaderos adversarios de esta administración: la terca realidad que imponen los mercados y, en nuestro caso, la cercanía y dependencia del gobierno de Donald Trump.
El presidente Andrés Manuel López Obrador les envió el mensaje a sus bases de Morena de que son y seguirán siendo radicales, pero instruyó a su canciller Marcelo Ebrard Casaubon a que fuera más que moderado, dócil, ante Donald Trump. Podrá acusar a quienes presentan amparos contra Santa Lucía de realizar un “sabotaje legal” contra su gobierno e insistir en que las obras del aeropuerto de Texcoco se van a inundar (que no quede huella) inutilizándolas para siempre, pero pide apoyo e inversiones a los empresarios desconcertados.
Aprueba en el senado la muy moderada, impulsada por personaje de la oposición como Miguel Ángel Mancera y Beatriz Paredes, Ley de muerte digna, pero de la mano con los radicales rompe los acuerdos y saca, sin cambios, la Ley de austeridad, que impide a alguien que tenga un cargo importante en el gobierno trabajar durante los siguientes diez años en la iniciativa privada (o sea que sigue como sea en el gobierno o roba lo suficiente como para vivir una década sin trabajar), pero más importante que eso: con la Ley de austeridad resucita la partida secreta del Presidente, los recursos que como dice la nueva norma, el Ejecutivo puede utilizar para “el destino que por decreto determine el titular”. (Jorge Fernández Menéndez, Excélsior, p. Principal 10)
La especulación ha tenido algún sustento.- Muchos ven al ex gobernador de Chiapas, Manuel Velasco como secretario de Gobernación, donde permanece Olga Sánchez Cordero. Premio, se supo desde antes de las elecciones de 2018, al apoyo brindado por él y su grupo político a la campaña de Andrés Manuel López Obrador por la Presidencia. Postulado por representación proporcional al Senado, Velasco dejó el Palacio de Gobierno de Tuxtla Gutiérrez en agosto pasado y causó polémica por el manoseo de la legalidad y de los cargos.
Pidió licencia como mandatario chiapaneco, tomó posesión como senador del Verde y de inmediato solicitó licencia como legislador para ser sustituto de sí mismo como gobernador de Chiapas. Pero desde antes de aquella burla a sus electores en particular y a los votantes de México general, ha sido lazo de comunicación de López Obrador con los gobernadores del país. Sobre todo con los de oposición -panistas, priistas, el perredista y el emecista- porque los de Morena solamente reciben órdenes o atenciones superiores. (José Ureña, 24 Horas, p.5)
El destape de Noroña… para la grande.- Que Monreal, Ebrard y Sheinbaum se pongan a temblar o, por lo menos, comiencen a preocuparse. Ya el diputado Gerardo Fernández Noroña, contagiado quizá por el AMLOFest, lo dijo fuerte y claro: “Sí, sí voy a buscar en su momento una responsabilidad tan honrosa como poder relevar al compañero Presidente”. Lo más interesante es que el legislador se lo toma perfectamente en serio. (El Financiero, p. 31)
Por todo lo alto, la Cuarta Transformación festejó el primer aniversario de su triunfo electoral. Al mismo tiempo, el PRI —que gobernaba el país con Enrique Peña Nieto— tenía que haberse manifestado, tras ser expulsado —por segunda ocasión en el siglo XXI— de Los Pinos.
¿Era inevitable la derrota del PRI? Algunos sectores partidistas pugnaron por la nominación del entonces secretario de Salud, José Narro Robles, como abanderado del tricolor. La inevitabilidad del triunfo de AMLO gravitaba en el ánimo de los altos funcionarios y del empresariado desde principios del 2017. Algunos pugnaron por una confluencia con el PAN (una candidatura coalición, de facto) pero otros creyeron en la solución propulsada por Luis Videgaray y su equipo. (Alberto Aguirre, El Economista, p. Principal 43)