Andrés Manuel López Obrador reunió a sus más cercanos para festejar el primer aniversario de su triunfo en las urnas. Lo hizo arropado de quienes forman parte de la cuarta transformación y prácticamente ninguna voz disidente. No fue una ceremonia solemne, quizá por eso solo acudieron a la cita en el Zócalo decenas de invitados que hace un año celebraban su votación histórica. En el templete solo estuvieron su esposa, Beatriz Gutiérrez; Porfirio Muñoz Ledo, presidente de la Cámara de Diputados, y la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum y ningún representante del Poder Judicial. Abajo, en la zona VIP, un puñado de empresarios cercanos al Presidente, entre ellos Carlos Slim, dueño de Grupo Carso quien llegó y se fue acompañado del subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas. También Emilio Azcárraga y Miguel Rincón, presidente de Bio Papel, y compadre del titular del Ejecutivo. La selecta zona también fue dispuesta para los colaboradores del tabasqueño. A excepción del canciller Marcelo Ebrard, quien cumple con una gira de trabajo por China, todo su gabinete estuvo presente, aunque no todos llegaron temprano. Habían pasado ya los primeros cinco minutos del mensaje, cuando entre empujones se abría paso la secretaria de Energía, Rocío Nahle, quien una vez dentro de las vallas, tropezó ligeramente, pero siguió su paso apresurado hasta su silla. Detrás de ella, casi 15 minutos después de las cinco de la tarde, llegó Francisco Garduño, comisionado nacional de Migración. Otra que también se perdió el inicio del mensaje de su jefe fue Irma Eréndira Sandoval, secretaria de la Función Pública, quien caminaba apresurada de la mano de su esposo, John Ackerman. Quien de plano se perdió casi la mitad del discurso fue el secretario de Salud, Jorge Alcocer, quien se abrió paso solo entre los seguidores del Presidente, desde la calle de Pino Suárez hasta el costado izquierdo del templete, a un lado del Palacio Nacional donde estaba el acceso a la zona de invitados especiales. La Presidencia de la República giró 100 invitaciones VIP para el informe por el primer año del histórico triunfo, pero muchas sillas quedaron vacías. Entre los gobernadores la concurrencia fue escasa. La oposición hizo vacío al acto presidencial, pero los emanados de Morena no faltaron a la cita. Rutilio Escandón de Chiapas o Cuitláhuac García de Veracruz, quien hasta se mezcló entre la gente que llenó la plancha del Zócalo. El priista Alfredo del Mazo acudió a la convocatoria y aplaudió el mensaje del Presidente, pero a su salida sintió el rechazo de los fieles morenistas: fue abucheado. Otro que se atrevió a entrar a territorio hostil fue el titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Luis Raúl González Pérez, quien ha hecho patentes sus diferencias con algunas políticas del gobierno federal como la desaparición de las estancias infantiles.
(Liliana Padilla, Milenio, Política, p.10)